
Intervenciones de Espacio
Diversas intervenciones artísticas a lo largo de los últimos 10 años en espacios públicos, mobiliario urbano, viviendas y edificios.
Escalando muros.
Después de momentos de oscuridad, logramos abrir la luz
El crecimiento desmesurado de las ciudades representa un desafío titánico y formidable. Las demandas de soluciones que aborden problemas ecológicos, sociales, económicos y de infraestructura son cada vez mayores. Es imperativo crear estímulos visuales y funcionales que influyan favorablemente en el paisaje, la conciencia y la dinámica urbana. Esto fomenta y estimula el diálogo entre el ciudadano y su ciudad, así como el interés por la relación entre el hombre y su entorno, con el fin de rescatar el término “reconciliación urbana” de la utopía.


Reconciliación urbana:
Arte y mobiliario en el paisaje contemporáneo
El contexto urbano debe ser el escenario principal de esta reconciliación, devolviendo a los ciudadanos el espacio público como motivación para redescubrir nuestras plazas, calles, edificios y avenidas, dando un nuevo significado a nuestras ciudades.
Sólo es posible amar lo que verdaderamente se conoce y se admira.
El mobiliario urbano no debe limitarse a cumplir únicamente su función. Además de crear espacios para las personas, se requieren objetivos más ambiciosos. El equipamiento y la imagen urbana deben aprovechar el escenario que nos ofrecen las grandes ciudades para ensayar nuevos códigos de convivencia, más acordes con el ritmo de las dinámicas contemporáneas. El mobiliario, la intervención y el arte urbano deben actuar como símbolos de referencia, provocando reflexiones e impulsos que vayan más allá de la simple percepción objeto-función.







Nuestro andar está condicionado por una cuadrícula lineal delimitada por cruces de caminos y fronteras; el entorno es el eco de los bordes que configuran nuestras ciudades. Existe una inercia ancestral en nuestras civilizaciones que nos hace percibir el universo como una caja de proporciones infinitas. Esta percepción influye en cómo diseñamos y experimentamos nuestro entorno urbano.



En toda puesta en escena, el relato es una parte fundamental. Este puede desarrollarse en varias direcciones: temporal y espacial, o incluso carecer de un orden definido. La trama funciona como el ordenador que dicta el ritmo, la secuencia y el trasfondo. También podemos entenderlo como el instrumento de comunicación que puede trastocar la significación inmediata y conducirnos a reflexiones más profundas. Los muros que, en el caso específico del inmueble, el Teatro Torres Bodet, funcionan como contenedores de historias, nos invitan a reinterpretar el volumen y a intervenir los espacios con el propósito de generar formas que se transformen de una trama narrativa en una física, haciéndose evidente en el entramado de la fachada que simbolice ese cruce de tiempos y espacios.



Ampliar la arquitectura a través de la simplicidad sería algo así como percibir los silencios en voz alta.
El hilo conductor de la obra de Francisco Morales está siempre ligado a esa paradójica coexistencia entre orden y caos, impulso y razón, libertad y normas. Sus obras reflejan cómo pueden coexistir referencias geométricas precisas con formas dinámicas y orgánicas de aristas imperfectas. Vivimos en un mundo espectacular en el que sistemáticamente damos la espalda a lo esencial. Descorrer el velo de lo aparente para resaltar aquello que no se nos ofrece a primera vista ha sido un argumento importante en el proceso creativo de Francisco Morales.


