
Trayectoria del pliegue, gráficas de viento
Arte
Contemporáneo
Ubicación
Casa del Arte,
Guadalajara, Jalisco
Quetzalli, Galería Oaxaca
Año
2021
Artista
Francisco Morales
Toda mi vida he buscado
la sencillez de una sola línea
Antoine Watteau
El arte de Francisco Morales es el resultado de largos procesos de experimentación, libre de corrientes y de fórmulas preestablecidas.
Su obra refleja una profunda intención de sublimar objetos cotidianos que usamos de manera automática, sin reconocer su verdadero valor. En este sentido, la PLUMA, el LÁPIZ y la TINTA —herramientas que han acompañado al ser humano a lo largo del tiempo— se convierten en medios esenciales para plasmar ideas y darles forma.


Lejos de conformarse con la simple tarea de crear un efecto óptico, el proceso de su obra apuesta a la búsqueda de un lenguaje propio, una suerte de arquitectura personal con la pretensión de estructurar atmósferas, provocando estímulos que van más allá de la presencia física del objeto. El artista asume el riesgo de encontrar en la complejidad de la sencillez el recurso básico y el argumento que nos sitúa invariablemente en el terreno de la percepción; saturaciones, ritmos y reiteraciones de connotación sonora, donde pareciera que los recorridos lineales están condicionados por los caprichos del pulso.
Tonos morados, azul oscuro, gris plomo y blancos sucios ocupan la superficie de los tableros con rotundidad, como enormes masas, o como formas irreconocibles. Pero si se acerca lo suficiente a las piezas, el espectador descubrirá que esconden todo un mundo de matices gráficos, texturas, brillos y tonos.




Bajo cierta iluminación, las obras cobran una personalidad inesperada: la de lo vivo, de aquello que se encuentra en constante crecimiento o movimiento.
Trazos serpenteantes, de recorrido aparentemente infinito, se amontonan sobre la superficie, describiendo la huella dactilar de cada obra. En la mayoría de los casos, esto se debe al finísimo relieve y a un sutil cambio en la orientación del trazo.
Sus piezas no pretenden seducir ni ofrecen asideros que faciliten su lectura; desde su silenciosa convivencia con el espacio, esperan estoicamente al ávido observador dispuesto a escudriñar los fondos y tratar de adivinar de dónde emanan los valores intangibles que nos conducen a una visión que tiene más que ver con las sensaciones que con la razón.

